Al-zuleique. 

Azulejo, hoy en día. 

Es la palabra árabe para «pequeña piedra lisa y pulida», utilizada por los musulmanes en la Edad Media.

La cultura portuguesa se encuentra intrínsecamente ligada al azulejo.

Muchos edificios y espacios públicos portugueses son conocidos por estos maravillosos elementos, que representan la historia portuguesa y nos caracterizan más allá de las fronteras. 

No podemos hablar de la historia del azulejo portugués sin mencionar su origen y la fuerte incidencia de la cultura musulmana.

Traído por el Rey D. Manuel I, en el año 1498, en uno de sus viajes a España, fue replicado por los portugueses, a partir del aprendizaje del método de fabricación y pintura, convirtiéndose en uno de los más fuertes elementos de expresión de nuestra cultura.

La exuberancia ornamental llegó de Oriente, de China, que aportaba el azulejo azul y posibilitaba composiciones distintas, dinámicas y llenas de movimiento, y de Holanda se importaron grandes cantidades de azulejos. 

Fue a partir de entonces cuando su uso se extendió a las iglesias, a los conventos, a los palacios, a las casas señoriales, a los jardines, a las fuentes y a las escaleras.

Su aplicación abunda, hasta el punto de que la técnica utilizada por los portugueses ha traspasado fronteras y ha hecho de Portugal una representación inconfundible de este cuadrito decorativo.

Quien viaja por nuestro país puede ver azulejos en casi todos los edificios portugueses desde la Edad Media, lo que convierte la arquitectura portuguesa en un verdadero museo al aire libre.